5.10.2008

Cinema Dandy



Este texto apareció originalmente en la edición #27 de BG Magazine.

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La terminología dandy nos remite a un tiempo pasado de moda, tomado literalmente: épocas antiguas donde la apariencia imperaba. George Brummell, vividor devenido en aristócrata del siglo XVIII e inventor del término dandy, solía pasar 3 horas frente al espejo únicamente arreglando el nudo de su corbata y puliendo sus botas con champaña. Todos los días.
Hoy, el término ha sido romantizado y degenerado en partes iguales, aplicado a truhanes de cerebro talla small y tshirts extra large como Fifty Cent y Puff Daddy, y por otro lado a treintañeros faranduleros á la Beckham, sobrellevando su crisis de mediana edad entre trajes de Hedi Slimane y diarios enjuagues capilares. Metrosexuales, que les llaman.

La original intención dandista, destacar a través de la apariencia, ha sido vivida por diversas personalidades y personajes de todos los campos de las artes. El cine, sin embargo, tiene una peculiaridad: ya que el dandy por excelencia debe figurar, obligadamente ser observado en su único estilo, los directores, generalmente escondidos tras cámaras, muy pocas veces han sido reconocidos como dandies.
En todo caso, rebuscando en mi cabeza con la misma paciencia con la que busco una buena película en Guayaquil, capturo algunas especies de la fauna del séptimo arte:
• Charlie Chaplin : todo un bon vivant en su vida privada; su alter-ego, Charlot, jamás apareció en pantalla sin el traje que lo perfiló como el primer dandy vagabundo, antesala del bohemio existencialista (e igual de quebrado) que saldría a la luz durante los sesentas.
• Alfred Hitchcock : Catalizador de hombres embadurnados hasta el cogote de brillantina y de apariencia impecable (sea de traje negro o vestido rosado) mientras son picados por pajaros o punzones. La fábrica de imágenes oscuras y estilizadas de Hitchcock reflejan su interés por la “intensificación de la personalidad”, término acuñado por el dandy gay por excelencia, Oscar Wilde.
• Andy Warhol : En duda constante debido a su vestimenta basada en un 99% en camisetas de rayas, jeans y desagradables botas en punta, la esencia dandy de Warhol está en la actitud planificada y cínica, un maestro del estilo prefabricado y siempre único. Dedicado a testear la resistencia de los dandies newyorkinos con filmes de varias horas en donde, literalmente, no pasa nada.
• John Waters : Personaje de culto y maestro del mal gusto, el “look” de los bizarros personajes de sus películas se asemeja a las propias fachas de Waters: bigotes en punta, corbatín y trajes que van desde el satín rosado hasta una orgía de estampados felinos en polyester. Un dandy decadente y siempre bien peinado.
• Pee Wee Herman : Apresado un par de veces por interesarse en niños más de lo debido, las excentricidades de este fofo personaje de la cultura americana nunca impidieron que muestre un estilo aparentemente ridículo pero pulcro e indiscutiblemente original. Como John Waters, pero de kindergarten.

Si bajamos el escalafón y le entramos a los actores, su misma naturaleza ególatra e imagen-dependiente ubica dentro del contexto dandy sino a muchos, al menos a varios:
Ralph Fiennes (obsérvenlo en The Avengers), John Cleese, David Bowie (¿alguien discute que su primera profesión es actuar?), Christopher Lee, Marlene Dietrich, Marcello Mastroianni, David Niven, Peter O’toole, Cary Grant, Clark Gable, George Hamilton (el dandy más bronceado de la historia), Bernie Mac, Christopher Walken y una atemorizante lista de etcéteras.

El presente homogenizado al que estamos siendo acostumbrados gracias a la puta maquinita es el mayor peligro para los cinema dandies. De hecho, lo es para todos quienes están dedicados a buscar la independencia de pensamiento y singularidad como estilo de vida. Un dandy, a diferencia del omnipresente snob, es un outsider. No busca pertenecer, busca ser único. En palabras de Salvador Dalí (él mismo un cineasta experimental y dandy de cuidado), “Un snob busca que lo inviten a la fiesta. Un dandy, que lo echen a patadas”. En otras palabras, una vida de película. Literalmente.

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