Propuesto -y rechazado- para mi columna de Revista Sambo en Diario El Universo.
Esta es una columna sobre una hoja de papel.
Con esta primera afirmación, no quiero malas interpretaciones: claramente el
texto está impreso sobre una hoja, pero lo que trato de decir es que estas
palabras hablan –literalmente- acerca del pedazo de papel donde están siendo
escritas, en este preciso instante.
Aclaración previa: hoy decidí que estoy harto
de escribir frente a un computador. Tengo una columna que entregar y, frente a
mi, un monitor Mac de 21”. Mis dedos hacen tac, tac, tac sobre las blancas
teclas, articulando frases sin alma. No hay espíritu en una sucesión de
pixeles. Cero intimidad en ese threesome
de manos, teclado y pantalla. El corazón está muy lejos de la zona de batalla.
Delete.
Mi propia naturaleza exige que continúe, pero
estoy de suerte: la gripe actúa como una droga que me persuade a desbaratar el
status quo.
De un brinco estoy parado frente al closet de
mi estudio, buscando entre agendas, cuadernos y blocks viejos. Papeles
amarillos, de rayas y cuadros; libretas con hojas que se desprenden y otras con
hojas tan absorbentes que me asustan: llegada la hora de transcribir, no voy a
entender un carajo.
Finalmente, una epifanía tamaño A5: un
sketchbook Windsor & Newton, con hojas ultra blancas de 110 gramos,
perforadas, especiales para tinta, escritura e ilustraciones ligeras.
Su clásica portada negra me da seguridad. Es
como los autos antiguos: sabes que su carcasa rígida y digna nunca te va a
fallar. No es una cosa de moda, esto se trata de confianza.
Ahora no me importa nada, enfrentar la página
vacía, ensuciarla, errar y repetir. Bien dicen que el papel aguanta todo.
Ya instalado en el oficio, una duda: ¿Cómo
medir el número de palabras requeridas por el editor de esta misma revista
cuando, dejando el conteo digital, he escogido un método de trabajo bendecido
por la libertad de exactitud? Intuición. Nunca sabré si el texto es corto o
largo hasta el último minuto, el momento de pasar estas palabras al mail y
darle tac al send.
A pocas letras de finalizar mi texto, el
título: Hoja de papel. Para los que lo consideren primario y aburrido, un
clarísimo ejemplo de un nombre nacido bajo la ley del mínimo esfuerzo, ruego me
dispensen: esta fue una columna sobre una hoja de papel. ¿Qué más podrían
esperar?
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