4.08.2009

Sinciertos



Texto aparecido originalmente en mi columna Ojos Bien Abiertos de marzo/2009, en Diario El Universo.

--

Hace pocos días (19 de febrero para ser exactos) se presentó en Guayaquil la banda española de rock Tom Cary. Si no los conoces, no te sientas mal: ya somos dos. Aunque cargan con buenas reseñas y (por lo que posteriormente supe) popularidad en aumento, la venida casual de esta banda nivel B ha sido lo más memorable en lo que va del año en materia de conciertos y música en nuestra ciudad.

Manida discusión: En Guayaquil no hay como presentar a nadie. Los envejecidos discursos de siempre han creado una burbuja invisible pero poderosa, culpabilizando a fuerzas extrañas y desconocidas de nuestra desdicha cultural.
Si bien es cierto que tuvimos años huérfanos de salas equipadas y espacios amplios, los últimos tiempos (no confundir con el apocalipsis) han llegado con algo de brisa: diversos bares de la ciudad cuentan con tarima, equipos y espacio para varios cientos de personas; áreas abiertas (la Plaza Colón y el Parque del Lago son dos alternativas) están botadas esperando acoger amplios públicos y, en épocas de aprietos económicos en el deporte, tenemos los estadios como una buena opción para eventos masivos (Barcelona, anyone?).
Superado el impasse espacial, el ingrediente principal: los artistas. Quienes valen la pena (prolíficos songwriters con estatus de leyenda o adornos permanentes del top 20 de Mtv) cierran agendas con meses de anticipación y sus costos (o cachet para los expertos) son inalcanzables. Pero si esa piedra es tan dificil de mover, ¿porqué ciudades como Quito o Ambato pueden darse esos lujos?

Solo durante este mes de marzo, Quito presentará a Santana y a la legendaria banda de rock pesado Iron Maiden; todo esto sin contar que en el mes de abril viene los Black Eyed Peas, un show con todas las de ley que seguro cuesta lo que acá diez conciertos de Arjona.
En Guayaquil, nos quedamos con el cerro Santa Ana y lo único pesado que aparece por los alrededores es mi vecino.
Para terminar con el derroche de sana envidia, Ambato tuvo durante el carnaval su Festivalfff 2009 (no es chiste, así se llama). Un espectáculo con cobertura mediática y apoyo gubernamental, dos escenarios y bandas internacionales de peso. Si creen que es un disparo al aire de varios vagos viciosos, se equivocan: llevan seis ediciones y no tienen intenciones de parar.

Guayaquil es una ciudad de sinciertos. Una cultura desconcertada que, extrañamente lo último que pierde es la esperanza: el portal www.petitiononline.com, el cual recoge firmas para la presentación de artistas en nuestro país, indica que los argentinos Babasónicos ya tienen 200 fans locales haciendo fila.
El apoyo de cada uno de nosotros es básico y esencial. En este punto, quiero ser sincero: no fui al concierto de Tom Cary. Sin embargo, hoy pretendo reivindicarme con la música, la calle y la cultura que promulgo en un concierto que arranca a las siete. Son dos bandas locales, pero uno nunca sabe: por estos lares, la noche de hoy puede ser la sorpresa de la temporada.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario